jueves, 5 de febrero de 2009

El cine como diversión y como vehículo ideológico

Durante muchos años el cine ha sido el entretenimiento popular más multitudinario de nuestra época. A diferencia de los demás espectáculos (teatro, conciertos, deportes, etc.), las películas tienen la virtud de la repetición uniforme, y prácticamente indefinida. Aunque la difusión mundial de los filmes ha podido equipararse a la de las obras literarias, el cine tiene una característica distinta de la literatura, pues ésta precisa la traducción a otros idiomas, mientras que la imagen animada – fundamento esencial de la cinematografía – es siempre invariable, y no influyen en ella los necesarios subtítulos o doblajes. En esto aspecto la difusión uniforme del cine tiene más semejanza con la pintura y la fotografía. Y así como la vida real imitó a los cuadros en las diversiones sociales del siglo XVIII (cuadros plásticos, tableaux vivants), en el cine son ahora los cuadros los que imitan ele movimiento de la vida. (moving pictures).
El cine, que nació como espectáculo de feria, es un arte especial, pues su dependencia del binomio industria-comercio es absoluta. Su característica de espectáculo y diversión ha sido constante en los setenta y cinco años de vida del séptimo arte. Y desde que las vicisitudes de la Guerra Europea trasladaron el centro del cine a Norteamérica, la producción cinematográfica de Hollywood abasteció con creces el mercado del entretenimiento mundial hasta la crisis de 1948. Esta crisis de público, motivada por la competencia de la televisión y los variados incentivos del boom económico, sobrevino junto con una nueva conciencia de las posibilidades del film como portador de mensajes políticos o sociológicos. El empleo del cine como medio de instrucción militar y como propaganda de guerra abrió la pantalla nuevas direcciones, tan atrayentes como delicadas.
Mariano del Pozo

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